Cuentan los viejos vecinos de Pomasqui que en la Colonia, del Pacpo vertían aguas termales, por esa razón los frailes franciscanos construyeron un convento en sus faldas, así como una serie de acequias para acarrear aquellas aguas y una piscina llamada “de los obispos”. Hasta ese convento llegaban los padres enfermos, de ahí que se llamó Convento de la Convalecencia.
Hubo una vez un padre que iba a dicho convento a restablecer su salud, pero en el trayecto fue asaltado y le cortaron la cabeza. Sus compañeros lo sepultaron, pero desde entonces quienes pasan cerca del antiguo campanario o por la vieja puerta de entrada al convento, aseguran haber visto la figura de un padre decapitado.
El Sacha Runa es un ser entre espectral y animal propio del centro-norte de la sierra del Ecuador. Unas veces es descrito como un aparecido y otras veces como si se tratase de un hombre real con hábitos animalescos o un ser mixto, mitad hombre y mitad árbol, puesto que se lo describe como un hombre alto que lleva su cuerpo cubierto de pelos, hojas, musgo e incluso flores. La palabra precede de dos voces kichuas Sacha=Monte y Runa=Hombre.
El Sacha Runa pudo ser una derivación de alguna antigua deidad pagana o prehispánica, que expresaba la mitologización de los árboles, la forma que asumiría el espíritu de aquellos, pero una vez que se puso en marcha la labor evangelizadora, vio transformada su naturaleza y su representación hasta convertirse en el medio maléfico de hoy día.
En Pomasqui el Sacha Runa aparecía en las noches de conjunción en un sector de Pusuqui y en las estribaciones del Casitagua
En la periferia occidental de Pomasqui, como en el resto del centro-norte de la sierra,. La caja ronca es el sonido de un bombo destemplado que emite un sonido lúgubre. En cambio en la periferia oriental en el barrio el común, es una banda de diablitos que pasa tocando una tonada, en violín, pinguillo y tambor. Razón por la cual, señala Doris Sigcha, los abuelos decían que cuando se escuchaba aquella música, había que sacarse el sombrero y lanzarlo boca arriba, para que desaparezca la Caja Ronca y los diablitos vayan dejando en el sombrero, el violín que es de oro.
Fuente: ESPINOZA A., Manuel. El valle de los pumas, Memoria mítica de Pomasqui. Edición. 2005.
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